lunes, 1 de noviembre de 2010

Columna Invitada.

Un Ojo al dato... y otro al garabato.


Los números arrojados por la inseguridad y las estadísticas que crecen a diario, son motivo de nerviosismo, desánimo y desesperación de la ciudadanía que vivimos al filo de navaja al grado que, el regresar a casa luego de un día de trabajo es casi un milagro que hoy por hoy se ha convertido en un suceso el llegar a casa sano y salvo.

Asaltos, robos, asesinatos, lesionados, y un largo etcétera son el pan de cada día de la ciudadanía que ha perdido la confianza en sus autoridades, en sus cuerpos policiacos (que poca credibilidad han tenido a lo largo de la historia), y en las instituciones que igualmente son blanco y casi rehenes de la inseguridad y de los delincuentes.

Particularmente en la zona oriente, los índices delictivos son –tristemente- parte de las crecientes estadísticas cuando son denunciados, sin contar aquellos sucesos que pasan casi desapercibidos como los asaltos a transeúntes, al transporte público, los robos a casa habitación y otro tipo de ilícitos que precisamente por nula credibilidad de los ciudadanos en las instancias impartidoras de justicia, prefiere callar que perder horas de su valioso tiempo en los engorrosos procesos judiciales.

Ha llegado a tal grado la sicosis y desesperación de los habitantes de la región que cada día se ve más cerca el momento en que la gente haga justicia por mano propia y concrete un linchamiento para mostrar a los malandrines que la ciudadanía está dispuesta a llegara a los extremos si es que la autoridad sigue en la tibieza de su incapacidad por dar protección a aquellos a quienes debe servir y que por cierto no es de gratis.

De tal suerte que las autoridades quienes son los directamente responsables de dar seguridad a la ciudadanía, también son ninis, porque ni pueden ni renuncian como lo dijo Alejandro Martí cuando evidenciaba públicamente la inseguridad plena en que vivimos.

Así, cada uno de los municipios de la zona oriente, ha vivido episodios de reacción por parte de la ciudadanía donde los presuntos delincuentes casi mueren a manos de los vecinos, y han llegado incluso a exigir justicia incendiando el palacio municipal y casa del alcalde como en el caso de Ozumba, ya que los habitantes, hartos de la inseguridad, no tardarán en hacer justicia por mano propia pero con el riesgo que esto conlleva… y la autoridad? Bien gracias.

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